El año de las avionetas

Gustavo Duch

© Gustavo Duch, 2010
Relato publicado en el libro
Lo que hay que tragar. Minienciclopedia de política y alimentación
Editorial Los libros del lince: Barcelona, 2010
© de esta edición digital:
Líbere Letras, 2021
Asociación Líbere, Educación y Desarrollo,
bajo licencia CC-BY-NC-SA
© de la fotografía de portada:
Sol Moracho, 2021
Diseño web:
Eduardo Gayo López


En sus primeros cursos, el camino hacia la escuela de Las Mercedes lo hacía de la mano de su abuela. Les gustaba pararse cerca de la gran ceiba que, presidiendo la loma, parecía una gran dama vigilante de los campos y huertas de los alrededores. Rita anudaba sus manos con las de la abuela y así, juntas, podían abarcar la ceiba. Pero antes tenían que pedir permiso para abrazarla.

—¿Permiso al árbol?

—Sí, Rita, no querrás ofenderla ¿no? Y dime ¿sientes su energía?

Años después, con Rita más crecida, sus brazos ya casi rodeaban a la ceiba.

—Envuélvela, acaricia su espalda, huele su piel de madera, percibe su tacto suave, como de mujer —le decía la abuela.

Y Rita, con los ojos cerrados, sentía la savia de la ceiba correr en sus venas y resonar en sus oídos.

El año de las avionetas la ceiba enfermó como la abuela.

 —Nos echan veneno para matarnos como malas hierbas. Ya murió Silvano, el pequeño de los Talavera, y tu madre no deja de ahogarse. A la Iglesia llegaron unos doctores y nos explicaron. Las avionetas riegan roundup, que lo mata todo menos la soja. La empresa que vendió las semillas de la soja es la misma que fabrica y vende este herbicida. Que no salgamos de casa hasta las diez, que es cuando dejan de regar, que del canal no bebamos, y ni regar se me ocurra. —Marchemos de aquí —dijo Lucas, el padre de Rita.

El dinero que les dio la compañía sojera les pagó los pasajes del ómnibus a Asunción, dos mensualidades del chamizo en los Bañados y el sepelio de la abuela, bien lejos de su loma.

—¡Madre, mira qué encontré! —Correteando por la cocina, mientras Rita freía unas empanadas de mandioca, Lucasito presumía de su hallazgo con una antigua libreta escolar en sus manos—.

—Ven, gurisito, que te leo.

Abrió Rita al azar el cuaderno escolar por donde decía «Ciencias Naturales», y leyó sobre los árboles: «Los quebrachos de Argentina, las ceibas de Paraguay, los baobabs en la sabana africana, el olivo manchego, las araucarias en Australia, en Canadá las secuoyas, los robles que viven en China… Todos, colectivamente, anudando sus raíces como en un gran abrazo, aseguran, engarzan, amarran todos los pedacitos de tierra, que así, sin escaparse por los cielos cósmicos, forman nuestro planeta Tierra.

—Lucasito, tenemos que hacer un viaje.

1 thought on “El año de las avionetas

  1. Sol Moracho 08/04/2021 — 18:35

    Con qué poco, tanto!

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